El camping que no admitía caravanas

publicado en: Cronicas de viajes | 2

Aunque nos pueda parecer lo contrario, hay cámpings que no admiten caravanas ni autocaravanas. Unos por ser demasiado pequeños, otros por su mal acceso. Este verano en Colliure (Francia) nos topamos con un camping con un pésimo acceso donde a punto estuvimos de despeñarnos por un barranco. Esto es lo que pasó.

Colliure es una bella población mediterránea del sur de Francia. Esta muy cerca de la frontera con Girona y es un sitio precioso, con su iglesia sumergida en el mar, su fortaleza, su pequeña playa de arena, su puerto deportivo.. Un pueblo típicamente francés lleno de luz y de color.

Nuestra idea era ir recorriendo los cámpings desde Colliure hasta las poblaciones más cercanas al norte (Angeler Sur Mer, Elne.. etc)  hasta encontrar sitio. En la zona hay más de diez campings tanto de costa como de interior, por lo que aun en temporada alta no debía de ser difícil encontrar sitio.

En Colliure hay dos Campings, La Giralde y Les Amandiers, que son realmente pequeños (39 y 64 parcelas). En su web no pone nada de que no admiten caravanas.

Llegamos a Colliure un soleado viernes por la mañana y el GPS nos dirigió al Camping La Giralde a través de una carretera mal asfaltada que subía un montículo. Había muchos coches y autocaravanas aparcados y el camino empezaba a bajar, estrechándose a pocos metros.

Una señal de prohibido autocaravanas y otra avisando de pendiente de 15 grados se encontraban al pie del camino de bajada. Yo pensé que lo que estaba prohibido era estacionar, ya que la carretera se veía ancha. No había indicadores de ningún camping y eso me hizo dudar.

Estaba a punto de dar la vuelta cuando una pareja joven de turistas catalanes me confirmó que debajo de la montaña había un camping. “No sabemos si quedará sitio” nos dijeron. “No pasa nada” –dije yo.- “Si no hay sitio probaremos en otro”. Y continué.

Nada mas bajar los primeros metros, noté que el camino era demasiado estrecho para dos coches. Afortunadamente no vino nadie de frente. Pero varios coches me siguieron en mi bajada. Las pendientes se hacían más pronunciadas, con alguna curva de 180 grados. Empecé a sudar. Cuando doble la última curva y ví la entrada del camping me di cuenta de que allí no podía entrar. Más de quince coches aparcados en la entrada apenas dejaban sitio para que un coche pasase. Mientras pensaba que podía hacer, un señor gordo con barba me gritaba desde pocos metros. La señal, decía. Le dije que no me había dado cuenta y que solo quería dar media vuelta y salir de allí.

El dueño del camping me indicó que si conseguía pasar por el camino, al final del camping podría dar la vuelta. Estrecho pero posible pensé. El primer problema fue que me la entrada del camping estaba en pendiente, y yo me había abierto demasiado al tomar la curva. Necesitaba echar marcha atrás para entrar en el camping, pero el coche no tenia suficiente fuerza para empujar la caravana hacía atrás.

Con la ayuda de varios campistas y bloqueando las ruedas de la caravana la desenganchamos y pudimos bajar la cuesta con ella y girarla hasta volverla a enganchar al coche. Solo jamás habría podido con ella.

Lo primero estaba hecho. Ahora hacía falta pasar por el camino sin destrozar ningún coche. Con cuidado y pegándome a la pared de piedra conseguí pasar a pocos centímetros de los coches. Una vez dentro del camping, tuvieron que quitar varios coches para poder dar la vuelta en una rotonda situada al final.

Todo el mundo miraba al idiota que había entrado en el camping con una caravana, preguntándose si conseguiría salir de allí.

Una vez pasado de nuevo el tramo de los coches de la entrada del camping, esta vez con más soltura, pedí a mi mujer que subiera a pie con las niñas. No me fiaba de la pendiente, y más concretamente del escaso motor de apenas 90 caballos de mi Picasso.

Las primeras curvas fueron bien, por supuesto en primera, pero la más difícil era una de 180 grados con bastante pendiente.

En plena curva el coche se me caló porque intenté poner segunda y eché rápidamente el freno de mano porque la caravana me arrastraba a la cuneta. El Picasso apenas podía con su alma y menos aun con el remolque de mil kilos que tenia que arrastrar. En ese momento temí que el conjunto cayese por el barranco y lamenté no haberme comprado un 4×4 cuando tuve ocasión.

Quité el aire acondicionado para conseguir toda la fuerza posible del motor y con el freno de mano echado aceleré a tope. De repente quité el freno y el coche empezó a subir lentamente, desprendiendo un olor a quemado intenso y haciendo un ruido espantoso como si fuese a explotar. Más tarde supe que en la subida gasté un cuarto de depósito. Menos mal que iba sobrado de gasolina.  

Apuré la última curva completamente empapado en sudor y aparqué el coche entre dos autocaravanas. A los pocos minutos mi mujer apareció con las niñas por la cuesta. Nos dimos un abrazo y me dijo que pensaba que no saldríamos de allí, al menos con la caravana.

Después de eso nos fuimos a un camping de interior en Elne. Muy grande y en zona completamente llana, del que hablaremos próximamente.

 

 

2 comentarios

  1. Caravanblog CB

    ¿Y lo bien que te lo pasas luego pensando en cómo saliste del paso? Jajaja.

    Un truco para mover caravanas en cuesta, incluso extremadamente pronunciada, uno sólo, y siempre que haya un poquito de espacio a ambos lados de la caravana: poner una cuña bloqueando una rueda y hacer palanca a mano sobre la lanza girando la caravana un poco para subir, también un poco, la rueda no bloqueada por la rampa; cuña bloqueando la otra rueda y palanca a mano sobre la lanza girando la caravana hacia el otro lado para subir la rueda que estaba bloqueada la primera vez; vuelta a empezar. Con suficiente espacio se avanza entre 20 y 40 centímetros en cada remada (yo le llamo remar cuesta arriba, remar es lo que más se parece a eso, jeje).

  2. Jose Miguel

    Gracias Biel… tomo nota, pero me he aprendido la lección. Nunca Mais !!!! Si veo el camino dudoso.. ahora iré por otro sitio. Gato escaldado hasta del agua caliente huye..